En búsqueda de un lugar de trabajo psicológicamente más seguro.
Con el paso de los días, y con grandes avances en materia de vacunación semana tras semana, el panorama de retorno a la presencialidad se hace inminente para muchos. Mientras que para algunos trabajadores el regresar a sus lugares de trabajo es gratificante, para muchos otros no pareciera ser igual, tal como lo expresa una encuesta realizada por la consultora McKinsey, en la cual casi la mitad de los encuestados sin regreso aun a la presencialidad (exactamente el 49%) suponen que retornar de manera presencial tendrá un impacto o repercusión negativa para ellos frente a su salud mental. Mientras que, los porcentajes son mixtos frente a la población que ya tuvo retorno a sus lugares de trabajo un 36% indica una “afectación negativa” en su lugar de trabajo y un 37% sostiene un “efecto positivo” el retorno al lugar de trabajo relacionado con su salud mental.
Durante la pandemia el incremento de enfermedades como estrés o ansiedad y dificultades en la salud mental fue prominente, y esto no ha mermado con el panorama de regreso a la presencialidad, o quizás, esa vieja normalidad anhelada, dado que ahora la reversa también está generando un golpe fuerte en la salud mental dentro de las personas, por la incertidumbre que este nuevo panorama supone. Esto se ve sumado a una cultura colombiana poco comprensiva y abierta a dialogar, validar y crear espacios seguros para el cuidado de la salud mental, desde lo institucional hasta pasar por lo laboral, quizás el espacio social donde más tiempo pasamos de nuestra vida adulta.
En las empresas y lugares de trabajo deberían comenzar a promoverse iniciativas y actividades que promuevan el bienestar y la salud mental, lo cual desembocaría en una mayor productividad, satisfacción y enfoque por parte de los trabajadores. Poder realizar ajustes razonables, consensuados y flexibles en medio del panorama actual, se hace prioritario para cultivar ese sentido de pertenencia, así como el cumplimiento de las tareas de una forma más asertiva, comprometida y cuidadosa; esto es, en definitiva, un gana-gana.
Poder pensar en cultivar diferentes medidas que refuercen en la seguridad para la salud debido al COVID-19 como lo son espacios bio-seguros, pero también, es necesario generar condiciones que salvaguarden la salud mental, como lo son la flexibilidad de horarios, como requerimientos centrales en el retorno al trabajo. Para muchos empleados, su estado de salud y el exponerse, a sí mismos y a sus familias, al compartir más espacios con otras personas versus la necesidad de trabajar, hacen que la tensión entre el cumplimiento laboral y el cuidado que se requiere debido al COVID-19 sean motivo de agotamiento mental y estrés, perjudicando su salud mental. Por eso la importancia de sentir que se puede regresar con tranquilidad a casa, y saber que en el trabajo se han tomado todas las medidas de bioseguridad, generan un mejor entorno laboral y comodidad para los empleados en general, pero especialmente para aquellos que viven con sus familias. Sin duda, la posibilidad de haber compartido tanto tiempo en casa durante la cuarentena hace que el acercamiento a nuestras familias y el cuidado que tenemos sea prioritario.
Así que, generar medidas de bioseguridad como la correcta ventilación de espacios, la toma de pruebas o facilidades para asistir a estas pruebas, programas de vacunación especiales para los empleados, hacen que la sensación de estrés se reduzca considerablemente, mitigando los índices de preocupación y angustia los cuales pueden desencadenar en diferentes trastornos de la salud mental. Sin duda, la exposición que supone la movilidad hasta el lugar de trabajo genera cargas, pero el reconocer el trabajo como un lugar seguro aporta exponencialmente a la comodidad de los trabajadores. Sumado a esto, poder promover programas de capacitación o espacios de socialización de protocolos de bioseguridad hacen que la transición entre la “mente de cuarentena” hacia la mente productiva, sea menos traumática o conflictiva, mitigando los impactos emocionales que se pueden derivar de “nuevo cambio” que retorna a la “nueva normalidad”.
La reflexión que aquí se plantea sería precisamente cómo encontrar un equilibrio entre esas necesidades del mercado laboral y las empresas con las necesidades emergentes de los trabajadores, y cómo se logran llegar a acuerdos que ayuden a llevar de la mejor forma este periodo histórico tan inesperado y desconcertante como lo ha sido la pandemia por COVID-19 teniendo en cuenta aspectos físicos (estructurales) y las necesidades de ambas partes. Claramente, las oportunidades para hacer cosas nuevas desde lo laboral, probar otras metodologías de trabajo, cambiar la perspectiva de productividad por una en donde se hable más de salud que de dinero, y no porque no puedan ir de la mano, sino porque los efectos negativos en la primera sí que repercuten en la segunda y minan el tejido social empresarial, así como recargan el sistema de salud.
Entendiendo así, que el regreso a la presencialidad esta generando dificultades emocionales dentro de las personas, si bien en su mayoría debido a enfrentarse a una pandemia, también se da por el desajuste rutinario que ya se había establecido durante el ultimo año y medio y las condiciones a las que las personas se habían ajustado desde lo laboral. Por esto es importante poder comprender que, las afectaciones que se avecinan con un cambio brusco o poco preventivo de esta transición entre el trabajo en casa y el trabajo presencial, hace que se deban tener en cuenta los siguientes escenarios; las empresas deberían tomar acciones a tiempo para recibir de mejor forma a sus empleados comprendiendo:
- La capacidad para gestionar tiempos autónomos.
- La flexibilidad en los horarios.
- Generar incentivos por una movilidad más saludable.
- La promoción de campañas de cuidado y de bioseguridad.
- La comunicación más abierta y receptiva de las necesidades emergentes por parte de los colaboradores.
Esto ayudará en gran medida a los diferentes choques emocionales que se puedan derivar por el regreso a la “nueva normalidad” y hará que la experiencia del trabajo sea mucho más agradable, sana y cuidadosa, a su vez que productiva y provechosa.
Finalmente, cultivar en las empresas estas medidas y crear espacios seguros en el trabajo para hablar, planificar y gestionar los problemas de salud mental podría prevenir y asegurar procesos que a futuro garanticen una mejor convivencia, una sensación de bienestar mucho más consciente, y que la oportunidad que ha llegado con este tiempo confuso, no pase desapercibida y nos pueda propulsar a ser una sociedad diferente, sin duda, con personas más felices y con empresas abanderando el cambio que tanto necesitamos.
Referencias
https://www.mckinsey.com/industries/healthcare-systems-and-services/our-insights/returning-to-work-keys-to-a-psychologically-safer-workplace?cid=other-eml-alt-mcq-mck&hdpid=15c23ed2-92ab-4e36-9dec-02bc66306a29&hctky=12238515&hlkid=baf5ac2d32044875a970a33f8fa088a0
Marcela Vargas Ariza- Psicologa.co – Especialistas en Salud Mental
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