Desde épocas remotas la Iglesia ha profesado que el amor es el pilar fundamental dentro del matrimonio. Elementos como la sexualidad por ejemplo, solo tienen cabida dentro de la unión marital, como medio para la procreación.

Esta idealización de la relación de pareja ha sido defendida durante siglos por la literatura romántica, las películas de amor y los medios masivos, quienes defienden que si en la relación hay amor, es suficiente para “vivir felices por siempre, hasta que la muerte los separe”.

Pero las cifras no mienten. En Colombia, en 2018, a más parejas se les “acabó el amor”. El año pasado 23.422 matrimonios decidieron dar por terminadas sus uniones. Además los matrimonios cada vez duran menos. Un estudio de las Naciones Unidas a nivel mundial mostró que la mayoría de los divorcios, además ocurren alrededor del 4º año de casados (un año después de los 3 primeros años que generalmente se reconocen como de idilio amoroso).

La ruptura de una relación de pareja es una de las experiencias personales más penosas y dolorosas y de potente impacto emocional que un ser humano pueda vivir, además de la implicación social que indiscutiblemente acarrea la situación y que hace que los miembros de la pareja sientan culpa, vergüenza, estigmatización, síntomas como ansiedad y depresión, incluso ideación suicida, también por el carácter religioso con el que ha tenido que convivir el matrimonio a lo largo del tiempo.

Lo anterior refuerza las expectativas infundadas por alcanzar una relación de pareja “ideal”, y que éstas sean inalcanzables, haciendo que los miembros de la pareja se sientan frustrados al no poder conquistar dichas metas.

Precisamente por esa razón, uno de los temas más buscados en internet está relacionado con la búsqueda de pareja, con el cómo mantener una relación de pareja estable y cómo ser feliz en pareja. La red está inundada de blogs intentando responder a estas preguntas. Incluso si en el buscador más importante de internet ponemos la palabra “pareja” inmediatamente lo asocia con frases como “pareja perfecta”.

Según Google la definición de pareja es el “conjunto de dos elementos de la misma clase”. Claramente es un concepto matemático que alude a la perfección. Sin embargo en una relación de pareja, esos “dos elementos” no son iguales, ni mucho menos perfectos. Un individuo es un todo que entra en interacción con otro todo y en este proceso de formar una nueva unidad, trabaja en convertirse en parte del nuevo sistema social llamado pareja, sin equiparar el proceso a la pérdida de la unidad.

Una pareja no es el “mundo ideal” que nos ha vendido la industria Disney, por ejemplo, y diferentes medios de comunicación. Se trata más bien de dos mundos con su propia historia, pasado, aprendizajes, apegos, gustos, vida en general que se encuentran y tratan de compaginar y construir un espacio en donde diversas variables se conjugan para funcionar.

La búsqueda se asemeja entonces a la que realizan las personas, también desde tiempo atrás, por intentar definir la felicidad y encontrarla, y una vez en sus manos, nunca más dejarla ir. Y es que el concepto de relación de pareja y felicidad tiende a equipararse ya que culturalmente se ha asociado el hecho de tener una pareja con la estabilidad emocional y con generar a futuro una familia en la que el individuo se sienta seguro y amado, y por lo tanto feliz. Lo contrario se asocia inmediatamente a insatisfacción, tristeza, aburrimiento y fracaso. El mantener una relación de pareja se transforma entonces en una meta personal y social que asume un significado emocional y psicológico potente.

Además, a lo largo de la vida los seres humanos sentimos la necesidad creciente de satisfacer necesidades instrumentales, emocionales, afectivas y sexuales, más individuales, y de forma colectiva, necesidades de compañía, apoyo emocional, solidaridad, comprensión y confianza, todo ello dentro de un marco a largo plazo, de compromiso y exclusividad.




De igual forma no es ajeno a nadie el quererse sentir pleno y satisfecho, evitar la patología propia o familiar, como la que se puede desencadenar luego de una ruptura de relación de pareja o un divorcio, si no se maneja de forma adecuada.

Los tres miedos más característicos del ser humano son el miedo a perder la libertad, a perder la razón y a perder la vida. Estos tres miedos se pueden resumir en la pérdida del control de nuestra propia vida, lo que genera inseguridad y por lo tanto insatisfacción.

A medida que pasa el tiempo el ímpetu que motiva el alcanzar la satisfacción en pareja va decreciendo y tendemos a percibir que “el fuego se extingue” y que “ya no amo” como antes a mi pareja. Por tal razón nos preocupamos excesivamente por recuperar esa motivación inicial y por lo tanto el control inicial (ése que nos da tanto miedo perder), sin tener en cuenta que las relaciones de pareja se caracterizan por etapas y factores relativamente estables en el tiempo que en realidad son los que predicen la estabilidad en una relación de pareja, más que el sentir el mismo deseo, el mismo amor y la misma confianza, de las primeras etapas.

Las relaciones de pareja son entonces las relaciones humanas adultas más importantes, y a la vez más complejas, ya que determinan, gústele a quien le guste, la estabilidad emocional del individuo, la perpetuación de generaciones y por tal razón buscamos la llave maestra que abra la puerta a responder el cómo mantenerlas, y además de una forma saludable.

No existe una relación de pareja “ideal”, perfecta, de hecho durante el transcurso de la relación se presentan irregularidades y crisis, que muchas veces son necesarias con el fin de facilitar el aprendizaje después del error y fortalecer la relación. Además se debe tener en cuenta que cada relación de pareja es única y ninguna relación es igual a otra. Pero nuestra necesidad de control y racionalidad hace que estemos empeñados en encontrar el “ingrediente secreto para el pastel”. Recordemos que el secreto de una relación de pareja estable no es sólo el amor. Para que la llama sea eterna es necesario combinar una serie de elementos, cada uno igual de importante al otro, y que puestos en conjunto logran la exaltación y el equilibrio, tal y como ocurre en una composición musical en donde el conjunto de notas puestas en armonía genera una agradable melodía. En un siguiente artículo revisaremos los factores que ayudan a mantener la estabilidad en una relación de pareja.

 

Referencias

Gámiz, M., Fernández-Capo, M. y Gual, P. (2013). Estabilidad en el matrimonio: factores que potencian la satisfacción en la relación. Familia, 46: 87-100.

García, M. y Romero, A. (2012). Mantenimiento en la relación de pareja: construcción y validación de dos escalas. Ridep, 34, (1): 133-155.

Martínez, J.L. y Fuertes, A. (1999). Factores, personales, familiares y relacionales implicados en la estabilidad de relaciones de pareja adolescentes. Infancia y Aprendizaje, 22 (88): 85-105.

Nina-Estrella, R. (2011). ¿Qué nos mantiene juntos? Explorando el compromiso y las estrategias de mantenimiento en la relación marital. Revista Intercontinental de Psicología y Educación, 13, (2): 197-220.

 

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