La enuresis es el término médico que le damos a cuando los niños se orinan en la cama. Podemos hablar de enuresis si el niño presenta una emisión repetida de orina en la cama o en las ropas (involuntaria o intencionalmente), y ésta conducta se manifiesta de dos veces a la semana durante por lo menos tres meses consecutivos o por la presencia  de un malestar o deterioro en el área social, académica y otras áreas significativas de funcionamiento.

Generalmente se presenta a una edad cronológica de por lo menos 5 años (o nivel de desarrollo equivalente), y la conducta no se debe exclusivamente al efecto fisiológico directo de una  sustancia (por ejemplo, un diurético), o una condición o enfermedad específica (por ejemplo, diabetes, espina bífida, trastorno de talla, entre otros).

Por lo tanto, cuando hablamos de enuresis, nos referimos a la enuresis relacionada con alguna situación emocional y no  a la orgánica.

Tipos

 

  1. Enuresis primaria

Se presenta con mayor frecuencia en varones, suele ser regular y remite con la edad en

una elevada proporción. Se ha relacionado más con problemas del desarrollo, disfunción fisiológica o problemas de aprendizaje

 

  1. Enuresis secundaria

 

Se presenta con mayor frecuencia en el sexo femenino, tiene frecuencia más esporádica, y es poco  frecuente a partir de los 11 años. Está más asociada a problemas  emocionales o a eventos estresantes

 

Causas

La enuresis parece ser el resultado de la  actuación e interacción de varios factores  (por lo tanto es multicausal), que actúan de forma diferente en cada niño. Entre ellos, destacan los factores fisiológicos (capacidad funcional o no de aprender a ir al baño, alteración en el aprendizaje de despertarse e ir al baño y dificultad para inhibir o controlar respuestas impulsivas por medio del uso de la atención y el razonamiento), genéticos, madurativos, de  aprendizaje o sociales.

En este proceso intervienen mecanismos relacionados con aprendizajes y asociaciones que hacen los niños a la hora de ir al baño.

Fisiología

El inicio de la micción se encuentra bajo control voluntario. Es un proceso automático, regulado por nuestro cuerpo, específicamente por el sistema nervioso parasimpático.  En general, cuando el volumen de orina alcanza entre 200 y 300 ml, ocurre la sensación de presión y se contrae un músculo específico, relajándo los esfínteres. La sensación se  puede  inhibir gracias a nuestro sistema nervioso central, hasta que llegue el momento de orinar.

El control de los esfínteres implica un proceso de aprendizaje y es un fenómeno complejo  que requiere maduración de nuestro sistema nervioso central.

Normalmente durante los 6 primeros meses, el vaciado se produce automáticamente,  cuando la vejiga alcanza un volumen de 30 ml. Luego entre 1 y 2 años, el niño toma conciencia de orinar, reconoce señales de  distensión y de llenado de su vejiga y empieza a expresar su deseo de orinar. A los 4 años, los niños pueden controlar su vejiga voluntariamente,  posponen la micción y deciden la evacuación. Es un aprendizaje complejo y a veces se adquiere a los 5 años. La adquisición de la continencia nocturna suele ser a los 3 – 4 años, cuando la vejiga ya alcanza a contener un volumen de orina de 300 ml y además se asume el control en el día.

Hasta que lo anterior no ocurra, lo mejor es ser paciente, comprensivo, y darle apoyo al niño en el proceso.

 




Explicación

Se entiende entonces la enuresis nocturna como un déficit de  aprendizaje, en la que los niños no llegan a aprender la respuesta de contracción del esfínter explicada anteriormente, durante el sueño porque el control inhibitorio  aprendido durante el día no se transfiere a horas del sueño y/o porque la cantidad de orina almacenada supera los límites de adaptación de la vejiga, no responden a los estímulos de la misma y por lo tanto no se despiertan antes de que se dispare la sensación de orinar.

También para explicar el proceso de adquisición de la enuresis nocturna, sobretodo secundaria, habría que tener en cuenta las consecuencias sociales de la enuresis, es decir, si se premia o se castiga, así como el  entrenamiento (mala instrucción), en la  adquisición del control de esfínteres.

Componente emocional

 

Muchas veces la enuresis secundaria, como aprendimos anteriormente, puede estar relacionada con reacciones emocionales negativas a observar el propio cuerpo, miedos específicos, repugnancia, enfado, asco, inseguridad, ansiedad, vergüenza, rechazo, odio, frustración, entre otros.

Es importante entonces validar, identificar y organizar las emociones por medio de evaluaciones y de entrevista con profesionales de la psicología con los padres y el niño, en donde muy probablemente se realizarán registros y cuestionarios, que medirán la conducta de orinar, su frecuencia, el número de noches mojadas, el número de micciones durante el día y la noche, la facilidad para despertar, la capacidad funcional de la vejiga y la presencia o no de  otros problemas psicológicos. Para  poder regístralo el niño debe dormir sin pañales o calzones de  plástico.

Durante la entrevista psicológica en resumen, se evaluará la conducta de micción y factores relacionados con el crecimiento del niño. Cuando se trata de una enuresis secundaria, debemos  tener en cuenta los posibles factores asociados con el inicio del problema (por ejemplo separación de los padres, muerte de un familiar, inicio o cambio del colegio, nacimiento de hermano, entre otros). Ten en cuenta si el niño  controla la micción durante el día y si ha aprendido sobre cuándo ir al baño (llenado de la vejiga, retener la orina y retrasar la micción por un tiempo), y si posee además un adecuado control intestinal. Se evaluarán otros aspectos del desarrollo y qué consecuencias tiene para el niño el hecho de mojar la cama o  tener la cama seca.

Ten en cuenta la historia familiar de posible enuresis, como por ejemplo saber si otros miembros de la familia (padres,  hermanos), han tenido el mismo problema,  conocer las actitudes y expectativas de los padres o adulto responsable respecto a la posible solución de la enuresis con el fin de poder cambiar aquellas ideas erróneas al respecto.

Cuéntale al psicólogo por qué han fracasado otros tratamientos (si se han llevado a cabo), así como los métodos que se han llevado a la práctica para ayudar a tu hij@ a resolver el problema. Por ejemplo: despertarlos para que orinen, limitar la ingestión de líquidos, ponerles pañales o calzones de  plástico, entre otros.

Considera otros aspectos psicológicos como el miedo a la oscuridad, a los ruidos o los terrones nocturnos,  puesto que éstos pueden aparecer previamente o a la vez  que el de la enuresis y estar interfiriendo directamente en el problema.

Ten en cuenta qué tipo de relación existe entre los diferentes miembros de la familia, el tiempo que como padre o cuidador compartes con el niño, así  como el grado de concordia entre la familia y así mismo evalúa tú mismo las condiciones de la vivienda respecto si el niño duerme  solo o no, si puede acceder desde su cama al interruptor de la luz, si el baño  está cerca del dormitorio, entre otros.

 

La motivación tanto tuya como del niño para resolver  el problema, y sobre todo, la actitud del niño ante la enuresis, si se siente  avergonzado o triste, si desea de dejar de orinarse o se muestra  indiferente, ayudará o no a resolver la problemática.

 

En la cita con el pediatra se descartará si se trata de una enfermedad física, gracias a la realización de pruebas médicas, determinando la frecuencia con la que ocurre la micción, presencia de infecciones, a través de la exploración física (exploración del abdomen, genitales, columna, sistemas neurológicos del sistema  nervioso y otros como peso y talla para su edad); adicionalmente puede realizarse análisis de orina (químico y bacteriológico), y así descartar diagnóstico de enuresis complicada (como una vejiga hiperactiva o anomalías genitales o neuropatía), o asociada a otro diagnóstico específico.

 

¿Tratamiento farmacológico?

 

El tratamiento farmacológico ha tenido amplia tradición en la historia del tratamiento de la enuresis. Se han utilizado anteriormente antidepresivos, hormonas, anticolinérgicos, antimuscarínicos, anfetaminas, ansiolíticos y diuréticos. Sin embargo sus efectos secundarios son discutibles y contradictorios.

 

Los tratamientos mixtos o combinados han demostrado que el método de alarma (que se explicará a continuación), más placebo (una sustancia como agua o azúcar y que el paciente cree que es un medicamento), tiene más éxito que el método de la alarma combinado con un tratamiento farmacológico real.

 

Tratamientos psicológicos

 

El tratamiento conductual de la enuresis nocturna se desarrolla a partir de tres  procedimientos básicos:

 

  1. a) El método de la Alarma
  2. b) El entrenamiento en Retención Voluntaria
  3. c) El entrenamiento en Cama Seca

 

Método de la alarma

 

Es un método sumamente eficaz. Consiste en la colocación  de un aparato llamado pipi-stop cuando el niño se va a dormir. El aparato es sensible a la humedad y se activará con un intenso sonido ante las primeras gotas de orina. Este  sonido va a provocar que la orina se interrumpa y el niño se  despierte. La repetición de esta secuencia va a producir que el niño asocie las señales corporales del inicio de orina con la acción de despertarse y al cabo de las noches el niño se  despertará antes de que el aparato suene, evitando así,  mojar la cama y adquiriendo el hábito del control del reflejo  de orinar

 

Entrenamiento en retención voluntaria

Consiste en la ejercitación de los músculos del  esfínter que controlan la retención de orina

Entrenamiento en cama seca

Consiste en enseñar al niño las pautas correctas durante la noche: despertar, retener la orina,  levantarse de la cama, ir al baño, etc.

¿Qué puedo hacer mientras recibimos ayuda?

 

  1. No culpar al niño. Recordemos que no es su culpa
  2. Ser honestos con el niño sobre lo que está pasando. Decirle que no es su culpa y que la mayoría de los niños superan la enuresis nocturna
  3. Ser sensibles a los sentimientos del niño. Si los adultos no ponen mucho énfasis a la enuresis es probable que el niño tampoco lo haga. También recordarle que otros niños se orinan en la cama
  4. Proteger la cama. Una cubierta de plástico bajo las sábanas protege el colchón del olor
  5. Dejar que el niño ayude. Pedirle que colabore en el cambio de sábanas y cubiertas mojadas. Esto le enseña responsabilidad. También puede ayudar a que el niño se sienta menos avergonzado si el resto de la familia lo sabe. Sin embargo, si ve esto como un castigo, no es recomendable
  6. Establecer una norma de no burla en la familia. No dejar que los miembros de la familia, especialmente los hermanos, se burlen del niño. Hacerles saber que no es su culpa
  7. Tomar las medidas necesarias antes de ir a dormir. Procurar que el niño use el baño y evitar que beba grandes cantidades de líquido antes de ir a dormir
  8. Intentar despertar al niño para usar el baño de una a dos horas después de acostarse para ayudarle a mantenerse seco durante toda la noche
  9. Mantener una actitud positiva. Premiar al niño por las noches secas. Ofrecer apoyo y no castigo, para las noches húmedas
  10. Ser conscientes de los hábitos diarios del niño para orinar y defecar

 

Si tu hijo presenta esta dificultad no dudes en contactárnos y recibir apoyo durante el proceso, reforzando lo que aprendiste el día de hoy.

 

 

Referencias

Bragado, C. (2009). Enuresis nocturnas. Tratamiento eficaces. Editorial Pirámide.

Bragado, C. (1994). Enuresis infantil. Un problema con solución. Editorial Eudema.

Blum, N.J. (2004). Nocturnal enuresis: behavioral treatments. Urol Clin North Am., 31 (3):  499 – 507

FAROS Sant Joan de Déu (2019). Enuresis nocturna: niños que mojan la cama, ¿cómo les podemos ayudar?. FAROS Sant Joan de Deú, Barcelona, Hospital. Recuperado el 16 de Octubre de 2019. Disponible en https://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/enuresis-nocturna-ninos-mojan-cama-como-podemos-ayudar

Fritz, G. (2004). Practice parameter for the assessment and treatment of children and  adolescents with enuresis. J Am Acad Child Adolesc Psychiatry, 43 (12): 1540 – 1550.

Lawless, M.R., McElderry, D.H. (2001). Nocturnal enuresis: current concepts. Pediatr Rev. (12): 399 – 407.

Mammen, AA. (2004). Nocturnal enuresis: medical management. Urol Clin North Am., 31 (3): 491 – 498.

 

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