La ira es una emoción primaria muy común en nuestra sociedad, que comprende una familia conformada por: rabia, enfado, cólera, rencor, odio, furia, indignación, celos, envidia, impotencia entre otros. Se desencadena ante situaciones que percibimos como injustas y bien regulada nos permite defendernos de aquello que nos pueda hacer daño. Sin embargo, mal regulada puede generar comportamientos agresivos, violencia y efectos negativos en las relaciones interpersonales. Anteriormente hemos profundizado en este tema, ahondando sobre los tipos de ira que existen y explorando los efectos tanto positivos como negativos que ejerce esta emoción sobre nosotros. En este artículo te enseñamos algunas estrategias para regularla correctamente con el fin de mitigar considerablemente los efectos adversos que puede tener en diferentes ámbitos de nuestra vida.

Cuando sentimos ira tenemos tres opciones: i. Responder de manera agresiva, ii. no responder o iii. responder asertivamente, una vez regulada la ira. Evidentemente la manera más conveniente de responder es la tercera; sin embargo, en la mayoría de los casos respondemos de forma pasiva o agresiva y ambas pueden tener consecuencias significativamente negativas. La respuesta pasiva implica una acumulación progresiva de ira que genera a largo plazo una explosión y una subsecuente reacción incontrolada. Por otro lado, la respuesta agresiva en principio reduce la ira, sin embargo, puede generar daños colaterales a nuestro entorno y empeorar la situación. Está claro entonces que la manera más efectiva de manejar esta emoción es la respuesta asertiva, sin embargo, para muchas personas no es una tarea sencilla, por lo cual en este artículo te brindamos algunas estrategias para lograrlo.

 



  1. Distanciamiento temporal: Se trata de dejar pasar un tiempo desde que se produce el estímulo que nos genera ira, hasta que tomamos una conducta frente a la situación, lo que nos permite valorar más objetivamente las posibles soluciones. El tiempo puede ser desde minutos a días dependiendo de la situación y es ideal ocuparlo con actividades placenteras aplicando la distracción conductual y cognitiva (pensar en otras cosas). También podemos ocupar este tiempo en explicar el problema a otra persona o escribirlo para verlo de manera más clara.

 

  1. Aceptar nuestra responsabilidad en el conflicto: Está demostrado que aceptar nuestra parte de culpa ante la situación enfrentada ayuda significativamente a reducir la ira. Es importante evaluar nuestra responsabilidad ante la situación respondiéndonos preguntas como: ¿Actué correctamente? ¿Pudo haber actuado de una manera diferente?

 

  1. Actitud positiva: El buen sentido del humor, buscando la parte cómica de la situación, ayuda en gran medida a disminuir las emociones negativas. Muchos de los chistes que conocemos no parten de situaciones divertidas sino de una desgracia. Con humor conseguimos observar las situaciones desde la posición de espectador, haciendo más fácil tomar una perspectiva más objetiva. Reírse de sí mismo desde una perspectiva autocrítica permite fortalecer el carácter y la seguridad. Una actitud positiva frente a situaciones de extrema dificultad es lo que se conoce como resiliencia que está definido como un factor de protección que reduce el riesgo ante las adversidades y permite superarlas.

 

  1. Reestructuración cognitiva: Si nuestros pensamientos no están ajustados a la realidad, producirán percepciones distorsionadas que aumentan la aparición de sentimientos y emociones inadecuadas y exacerbadas. Cambiando nuestra manera de pensar podemos reducir la ira, ya que en gran parte de los casos es causada por nuestras propias creencias. Cambiar nuestras creencias, cambia nuestra manera de pensar y posteriormente reduce la ira, y esto lo podemos lograr mediante preguntas como: ¿Realmente todo está tan mal como creo? ¿es verdad que siempre me pasa lo mismo, o es algo esporádico? ¿realmente me es imposible soportarlo o solo me cuesta hacerlo?

 

  1. Resolución del problema: Una vez regulada la ira es necesario analizar el estímulo que nos genera malestar, para encontrar la solución más satisfactoria. Para esto es importante pensar en varias posibles alternativas y buscar ventajas y desventajas de cada una de ellas para ponerlas en una balanza y así poder escoger la mejor.

 

Referencias

Bisquerra Alzina, R., & Bisquerra Prohens, A. (2016). Educación emocional: propuestas para educadores y familias. Retrieved from http://encore.fama.us.es/iii/encore/record/C__Rb2713338__Seducacion emocional__P0%2C1__Orightresult__X7__T?lang=spi&suite=cobalt

Ira ¿qué es? ¿cómo nos afecta? – Psicologa.co

 

 

Ercika Cañas – Psicologa Clínica  – Psicologa.co – Especialistas en Salud Mental

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