En Colombia, según el DANE, en el año 2017 se registraron un porcentaje de 54,4% por 100.000 habitantes, de casos con conducta suicida donde el 29,7% de los casos se dieron en jóvenes entre los 15 y los 19 años de edad; y el 18,8% se dieron en jóvenes entre los 20 y los 24 años de edad. De acuerdo con lascifras mencionadas, es posible evidenciar que la conducta suicida es una problemática que afecta a un porcentaje alto de la población colombiana, siendo los más afectados los jóvenes entre los 15 y los 24 años.

Cuando suceden casos de suicidio, es muy común escuchar previo al desgarrador evento, que la persona que cometió el acto suicida había dado señales del malestar que estaba viviendo. Incluso, muchas veces se llega a juzgar a los familiares y amigos de la persona porque “¿cómo no se dio cuenta a tiempo?” o “cómo no hicieron nada si era evidente que iba a suicidarse”, entre otras cosas. Sin embargo, tiene sentido que los familiares o amigos no se den cuenta del riesgo inminente pues nadie nos ha enseñado cuales son las señales de alerta. Lo importante, es saber que estos casos pueden prevenirse si se dan a conocer dichas señales de tal manera que todos, profesionales de la salud o no, sepamos identificarlas.

En primer lugar, cabe resaltar que la conducta suicida es un espectro que abarca más de una conducta. Es decir, no se trata solamente del comportamiento mediante el cual una persona acaba con su vida. Dentro de este, se encuentran también los pensamientos de muerte (desear morir o que la muerte llegue), los pensamientos suicidas (pensar en suicidarse), el plan suicida (pensar en los medios para acabar con la vida y en el contexto para consumarlo), el intento suicida (acciones dirigidas a quitarse la vida) y el suicidio consumado. Si ha identificado en usted o algún conocido alguna de las anteriores, esta es una primera señal para buscar ayuda.

 

 

Por otro lado, es importante reconocer que hay algunas situaciones que pueden aumentar la probabilidad de que se desencadene una conducta suicida. Generalmente, el estar expuesto a eventos vitales estresantes es uno de los más comunes. Se entiende eventos vitales estresantes como situaciones particularmente demandantes, dentro de las que pueden estar desde quedarse sin empleo o perder un semestre académico, hasta la muerte de un familiar cercano o una ruptura amorosa. Dentro de algunos de los más comunes están: haber estado expuesto a un suicidio reciente, diagnóstico reciente de enfermedades (mentales o físicas), las 24 horas después de estar hospitalizado, tener acceso a medios letales y estados de intoxicación severa.

 

Adicionalmente, existen algunos factores indirectos que pueden indicar que alguien está pensando en acabar con su vida y a estos se les debe prestar mucha atención. En primer lugar, hablar de ser un estorbo para los demás, de que los demás descansarían sin su presencia, de estar experimentando un dolor insoportable o de no encontrar una razón para vivir. En segundo lugar, hacer cosas como incrementar el uso de alcohol o drogas, regalar objetos de valor para la persona, escribir notas de despedida o testamentos, mostrar un aspecto físico descuidado y/o disminuir o mostrar desinterés en la socialización. En tercer lugar, evidenciar pérdida de interés por las cosas que le solían gustar, irritabilidad, cambios de estado de ánimo abruptos, tristeza, exceso o falta de sueño, inhabilidad para concentrarse y sensación de aburrimiento constante.

 



Si usted ha evidenciado algunas de las anteriores en usted o en algún familiar/amigo cercano, está a tiempo de buscar ayuda profesional. Frente a esto, lo importante es comprender que hay estrategias que pueden ayudar a manejar el malestar emocional y que la forma de acceder a ellas es buscar ayuda psicológica. Estar triste está bien, es una emoción que sentimos todos los seres humanos y que puede llegar a ser desbordante; pero también es cierto que podemos aprender a manejarla sin atentar contra nuestra vida logrando así cumplir con todos aquellos propósitos que alguna vez nos planteamos.

 

REFERENCIAS

Buitrago, S. C. C. (2011). Factores de riesgo asociados a conductas suicidas en niños y adolescentes. Archivos de medicina (col)11(1), 62-67.

Ceballos-Ospino, ., Suarez-Colorado, Y., Suescún-Arregocés, J., Gamarra-Vega, L. M., González, K. E., & Sotelo-Manjarres, A. P. (2015). Ideación suicida, depresión y autoestima en adolescentes escolares de Santa Marta. Duazary12(1), 15-22.

Lisense S.A.S (2019). (26 y 27 de Julio de 2019). Evaluación del riesgo suicida. Abordaje de crisis emocionales y riesgo suicida. Bogotá, Colombia.

Estadísticas tomadas de: https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/Lists/BibliotecaDigital/RIDE/VS/PP/ENT/boletin-conducta-suicida.pdf

 

Juanita Gonzalez – Psicóloga Clínica de Psicologa.co        correo: juanitagonzalez@psicologa.co

 

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