Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) son un tema tabú dentro de la sociedad, del cual no se habla explícitamente, y es precisamente éste uno de los motivos por el que existe tanta desinformación e información errónea al respecto. De esta forma, los índices de adquisición y transmisión de una enfermedad de una ETS, van cada vez más en aumento. La ignorancia es un factor de riesgo ante la posibilidad de contraer una ETS.

Según la OMS (2016), entre los más de 30 virus, bacterias y parásitos que se han investigado, que se transmiten por contacto sexual, 8 se han vinculado a la máxima incidencia de enfermedades de transmisión sexual. De esas 8 infecciones, 4 son actualmente curables, por ejemplo la sífilis. Las otras 4 como el VIH son incurables, aunque existen tratamientos capaces de atenuar los síntomas.

Las ETS se transmiten principalmente por contacto sexual sin embargo también se pueden propagar por medios no sexuales, como por ejemplo por medio de transfusiones de sangre o productos sanguíneos. Muchas ETS además pueden transmitirse también de madre a hijo durante el embarazo o el parto.

Los síntomas comunes de las ETS incluyen flujo vaginal, úlceras genitales y dolor abdominal y además secreción uretral o ardor en los hombres

Cada día, más de 1 millón de personas contraen una ETS. Dentro de esa cifra hay un total de cinco millones de jóvenes infectados con VIH en la actualidad, afectando de forma desproporcionada a las mujeres y las adolescentes (1 de cada 20 chicas), lo que permite concluir que se observan infecciones a edades cada vez más tempranas.

Las cifras resultan alarmantes y figuran entre las cinco categorías principales por las que los adultos buscan atención médica y hoy en día, también los adolescentes.

En países en vía de desarrollo como el nuestro, los adolescentes tienden a iniciar relaciones sexuales completas cada vez más precozmente, a usar inconstantemente el preservativo y a no utilizar otros métodos anticonceptivos. También se observan importantes déficits de información sobre sexualidad entre los jóvenes. Además se suman los bajos niveles socioeconómicos, por lo tanto el menor acceso a la educación y desinformación respecto al tema, y por consiguiente, mayor riesgo de adquisición de ETS.




Europa no es la excepción ante el aumento de la transmisión sexual de ETS. El 15-20% de los jóvenes europeos usan de forma inconstante el preservativo y entre los factores de riesgo más significativos destacan: el desconocer otras ETS distintas al VIH; tener una actitud favorable a las relaciones sexuales casuales, creer erróneamente que algunas medidas son eficaces para prevenir las ETS, desconocer los riesgos de tener múltiples parejas sexuales, desconocer la transmisión sexual de las ETS.

Es necesaria una educación sexual que proteja y garantice altos niveles de salud sexual y calidad de vida a los adolescentes. Programas educativos que evalúen las creencias, conductas y otros factores sexuales de riesgo presentes en los jóvenes y la educación sexual respecto a éstos, que permitan reducir las alarmantes cifras.

En casa podemos desarrollar técnicas de comunicación (hablar sobre sexo, anticonceptivos y preservativos), de autoeficacia (para reconocer el riesgo de comportamientos y situaciones que podrían conducir a comportamientos de riesgo), habilidades de negociación (para rechazar o postergar el sexo, o negociar el uso del preservativo), y valores y actitudes positivas hacia el uso de preservativos y anticonceptivos.

La información y la concientización sobre las ETS y la manera de prevenirlas de forma cautivante y motivadora para la población adolescente, debe ser entonces un objetivo a alcanzar no solo en los programas de educación de las instituciones educativas, sino dentro del mismo hogar.

 

Referencias

Calatrava, M., López-Del Burgo, C., & de Irala, J. (2012). Factores de riesgo relacionados con la salud sexual en los jóvenes europeos. Medicina Clínica, 138 (12): 534 – 540.

García Polanco M. D. (2014). Las conductas sexuales de riesgo de los adolescentes españoles. Revista de Enfermería Comunitaria (Revista de SEAPA), 2 (2): 38 – 61.

Mendoza, L.A., Arias, M., Pedroza, M., Micolta, P., Ramírez, A., Cáceres C., López D., Núñez, A. y Acuña M. (2012). Actividad sexual en adolescencia temprana: problema de salud pública en una ciudad colombiana. Revista chilena de obstetricia y ginecología, 77 (4): 271 – 279.

Organización Mundial de la Salud (2016). Infecciones de transmisión sexual. Recuperado de http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs110/es/

Pérez, L., Pérez, Y. y Santos, M.A. (2014). Comportamiento de las infecciones de transmisión sexual en adolescentes. Acta Médica del Centro, 8, (3).

Rodríguez Carrión, J. y Traverso Blanco, C.I. (2012). Conductas sexuales en adolescentes de 12 a 17 años de Andalucía. Gaceta Sanitaria, 26 (6): 519 – 524.

 

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