Sales de casa, de tu nido parental y emprendes un nuevo proyecto con tu cónyuge. La “luna de miel” no perdura para toda la vida y debes enfrentarte a responsabilidades y deberes, que tal vez en casa, los hacían tus padres por ti.La salida de casa por matrimonio o unión libre no es una situación que genera reacciones de tristeza y añoranza sólo en los padres de los novios, también pueden generarse en ti, que decidiste tomar una de las decisiones más importantes de tu vida.A pesar de que haya sido tu decisión y no fuiste obligad@ a salir de tu zona de confort, el matrimonio es una de las decisiones más difíciles de tomar, ya que no solo significa el pasaporte a una vida de tranquilidad añorada, sino que implica el dar y recibir de forma incondicional y comenzar a asumir tus propias responsabilidades.

Al casarse se realiza un acto de entrega de amor y de compromiso en donde se promete dar lo mejor de sí mism@, en la salud y la enfermedad y hasta que la muerte nos separe…pero ¿sí seré capaz de dar lo mejor de mí, podré mantener la promesa de amor eterno, podré llevar a cuestas un hogar, sabré criar a mis hijos…?

 

 

Todas esas preguntas en ocasiones se vienen a la cabeza luego de tomar la decisión, producto tal vez de una falta de seguridad en nosotros mismos, en una crianza dentro del hogar parental caracterizada por que nunca nos faltara nada, a tal punto de desconfiar de mis propias virtudes y competencias para saberme desenvolver sólo en la vida.

El matrimonio es una institución que se forja en el camino. Es cierto que existen valores y virtudes que se desarrollan a partir de la crianza de nuestros padres, pero a medida que vamos creciendo se fortalecen otros y se adquieren más, gracias al vínculo con los demás y al contacto con el ambiente en el que nos desarrollamos. El matrimonio no es la excepción; gracias al afecto y a la confianza que sentimos por nuestro cónyuge y por repetición de actos, creamos nuestro propio sistema de valores dentro de la unión, y aunque no es fácil “desprenderse” del bagaje con el que crecimos, lo ideal es aportar el aprendizaje previo a la construcción de tu nuevo hogar.

Si te enfocas en crear una nueva historia de vida, con tus propias manos, deseos, metas, proyectos, vicisitudes, aportando desde tu propia historia personal de infancia, adolescencia y juventud, gracias al proyecto de vida creado por tus padres, sentirás confianza en ti mism@, aumentarán tus niveles de autoestima y sentirás orgullo por alcanzar lo que has soñado.


Como en todo proyecto que se emprende ya sea de forma personal o con una o más personas, se pueden presentar desavenencias, dificultades, malos entendidos y desacuerdos. Es precisamente con base en los valores fundamentados en el compromiso y el afecto reales que es posible superarlos siempre y cuando no se trate de una vulneración de derechos humanos, como lo es cualquier tipo de maltrato.

Puede que en un principio esa entrega y ese acto total de amor sea difícil de hacer, ya que posiblemente estuvimos acostumbrados más a recibir que a dar en la infancia, o tal vez hubo ciertas carencias de afecto que no me permitieron aprender y cultivar un afecto funcional. Sin embargo cuando experimentas la sensación de bienestar que se experimenta al dar, más que al recibir, claro está sin desdibujar tu esencia y permitir que opaquen tu Yo, te resultará más fácil de realizar, adaptarte y emprender tu nueva etapa de vida.

 

 

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No nos es fácil soltar el pasado, las costumbres tradicionales, salir de la burbuja de la comodidad, porque es algo a lo que ya estamos acostumbrados y ya hemos aprendido, pero si lo tomas precisamente como un nuevo aprendizaje, un nuevo mundo por explorar, una construcción de una nueva historia de vida, y más si es al lado de la persona con la que decidiste hacerlo por afecto, comprensión, amistad, cariño y amor, te será más fácil vivir esta nueva experiencia.

El amor no se acaba, el amor se cultiva y se transforma a medida que pasan los años. Las primeras etapas de enamoramiento y de “efervescencia”, tan características de los primeros años de una relación, crecen y se pueden convertir en amor incondicional, comprometido con el bienestar de si mism@ y del otro y ser tan fuerte de ser capaz de librar la gran mayoría de batallas.

Somos animales de costumbres y tenemos la capacidad de adaptarnos a diversos ambientes, situaciones, personas, por cuestiones de supervivencia. Esto no ocurre de la noche a la mañana y como casi todo en la vida requiere de paciencia, comprensión y resistencia. No nos resulta fácil asumir cambios pero recuerda que si hay amor de por medio, confianza y el apoyo incondicional de la otra persona, será mucho más llevadero.

Enfócate en la construcción de tu propia vida. Tus padres y tu familia te regalaron lo que ellos más podían en cuanto a sustento, cariño y protección. Ahora es tu deber y compromiso perpetuar su legado, en compañía de la persona que elegiste y crear tu propio universo. Tu nuev@ compañer@ de vida también trae una maleta personal de buenos y malos aprendizajes, experiencias previas, hábitos y costumbres que pueden o no tener compatibilidad con tu propio sistema de “reglas”. La comunicación es el pilar con base en el cual se construye una relación respetuosa. Escucha, habla, entiende, negocia, acepta, siempre desde el respeto y el amor mutuos.

Piensa en la siguiente metáfora: para hacer un pastel entre tú y tu cónyuge habrá que utilizar diferentes ingredientes. Unos los tienes tú, otros los tiene él o ella. Pueden acudir a su propia canasta personal para buscarlos, ir a casa de los padres de cada uno a buscar otros y preguntarle a algún amig@ si tiene otro diferente. Al final cuando se encuentren en la preparación, negociarán, tomarán decisiones sobre qué utilizar y qué no y a cocinar! Disfrutar el momento, conocer los ingredientes con los que cuenta cada uno, aportar con orgullo mi receta secreta y disfrutar del pastel, puede ser la experiencia más dulce, enriquecedora y “alimenticia” que tal vez puedas comenzar a vivir. En el matrimonio, los ingredientes son tu propia historia de vida y tu pastel es el proyecto que decidiste emprender, lejos de la “cocina” de tus padres y gracias a las enseñanzas de ellos. Así que a disfrutar de tu propia creación y a sentirte orgulloso@ de ella!

 

 

Referencias

Bellarosa, L. (2011). Relación de pareja. La adaptación. Bienestar emocional. WordPress [online]. Disponible en https://bienestaremocionall.wordpress.com/2011/03/01/relacion-de-pareja-adaptacion/

Conen, C. (2019). Casarse es un acto de amor. Apuntes de familia, 44: 4-5.

Larrañaga, I. (2007). El matrimonio feliz. Bogotá, Colombia: San Pablo.

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