Según datos recientes de la OMS (2021), la depresión es una condición de salud mental que afecta a más de 200 millones de personas alrededor del mundo y ha representado en nuestro siglo una de las principales causas de discapacidad. Cada día, alrededor de 800 mil personas cometen suicidio, y por esto, ha representado la causa de muerte más común en el rango de edad de personas entre 15 y 29 años.
La depresión es caracterizada como una enfermedad que se manifiesta a través de una constante tristeza, deterioro del estado de ánimo y pérdida sucesiva de interés en actividades con las que usualmente el individuo se siente a gusto. Esta condición genera una incapacidad para realizar correcta y totalmente las actividades diarias. La sintomatología también incluye pérdida de energía, inquietud, poco apetito, poca concentración, sensación de inutilidad, agresividad, alteraciones del sueño y del sexo, entre otros síntomas (OMS, 2021).
Así pues, se ha comprobado que, en cuanto a manifestación de síntomas, los hombres sienten mayores niveles de tristeza que las mujeres, sin embargo, son estos primeros los que muestran menor reactividad de ánimo, es decir, su tristeza se entiende diferente. Según la evidencia científica, a la fecha se data que hay diferencias respecto al género en la prevalencia de depresión, a la expresión de síntomas y de búsqueda de ayuda profesional (López & Presmanes, 2018).
Las mujeres suelen presentar mayores niveles de culpa y sensación de inutilidad, pueden manifestar llanto fácil y exceso, insomnio y alteraciones hormonales que se manifiestan en el aumento de peso. En los hombres la sensación de tristeza puede asimilarse a los sentimientos de pérdida y duelo, se aíslan y tienden a no expresar con palabras o compartir con otras personas su situación. Esto es alimentado por los roles de género.
La asignación de los roles de género se produce desde el nacimiento de un individuo dentro de una cultura en particular. La asignación hace referencia a los patrones de crianza, castigo, las actitudes, pensamientos y formas de relacionarse acorde al género, lo esperado para cada uno: para el hombre la firmeza, para la mujer la delicadeza. Sin embargo, aquí radica el inicio de lo que podría suponer salud o patología (Matud & Aguilera, 2009).
Esto hace referencia a las actitudes esperadas y socialmente evaluadas por los miembros del grupo de referencia. Más específicamente la formación de ideologías que se manifiestan en comportamientos como la inexpresión de las emociones, afectando el bienestar de ambos géneros (Guvensel, Dixon, Chang & Dew, 2018). Efectivamente, problemáticas sociales como el suicidio, están altamente relacionadas a la salud mental, es así como mientras que el suicidio femenino está asociado a factores emocionales, el masculino se relaciona con factores económicos (Tondo, 2014).
Es de especial atención como los roles de género han afectado en algún grado el desarrollo de condiciones como la depresión. El género masculino se ve afectado constantemente por presiones sociales, donde se espera que este sea el proveedor dentro de un hogar, que responda con fuerza ante las demandas de la sociedad, se espera que sea competitivo y que suprima todo intento de vulnerabilidad, esto para no ser rechazados por su mismo grupo normativo, lo cual influye en cómo este género desarrolla su depresión y la acepta o rechaza, lo cual dificulta la intervención psicológica. (Rosado et al, 2015; Rice et al, 2013).
La cultura a través de la asignación de roles de género o machismo, juega un papel fundamental en la salud mental de las personas. La depresión como se mencionó anteriormente es una condición de gravedad que impacta la salud mental y que bajo la falta de control, el sujeto puede buscar vías de escape al no acceder correctamente a redes de apoyo para tratar su trastorno. Sin embargo, como nos enseña la evidencia científica y las tasas de mortalidad anuales, el género masculino es más propenso a no acceder a estas redes de apoyo y buscar tratamientos en pro de su salud mental.
Se concluye que la salud mental de las personas se encuentra en constante deterioro, que la tecnología, el contenido de la web, las redes sociales y los roles asignados para cada género han favorecido a aumentar la tasa de padecimiento de este trastorno de salud mental, finalmente que el acceso a tratamientos no sólo varía entre géneros, sino que a modo general algunas personas carecen de acceso a estos servicios de salud.
Es imperante la necesidad de hacer pedagogía y desaprender estas actitudes ligadas a nuestra cultura, educar sobre la salud mental y sobre este tipo de condiciones que son normalizadas o ridiculizadas no solo por el machismo, sino por la falta de conocimiento al respecto. La salud mental debe ser reconocida como importante al igual que la salud física y los profesionales de la salud a través de campañas y labores educativas tienen la ardua tarea de educar a las comunidades frente a temas que enfrentamos en el día a día, como el suicidio y la depresión y concientizar de cómo las ideas y comportamientos culturales de la asignación de roles también juegan un papel fundamental en el desarrollo de problemáticas de salud mental y del reconocimiento de la misma enfermedad.
Referencias
Guvensel, K., Dixon, A., Chang, C. & Dew, B. (2018).The Relationship Among Gender Role Conflict, Normative Male Alexithymia, Men’s Friendship Discords With Other Men and Phychological Well Being. Journal of Men’s Studies, 56-76. Doi: 10.1177/1060826517719543
Matud, M. & Aguilera, L. (2009). Roles sexuales y salud mental en una muestra de la población general española. Salud Mental; 32, 53-58. Retrieved from http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=58212260007
López-Ruiz, M. B., & Presmanes-Roqueñi, L. (2018). Depresión en hombres y su relación con la ideología masculina tradicional y la alexitimia. Psychology Research 1 (1), 95-110. doi: 10.33000/mlspr.v1i1.113
OMS (2021). Depresión. Retrieved from http://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/depression
Ruiz, M. B. L., & Roqueñi, L. P. (2018). Depresión en hombres y su relación con la ideología masculina tradicional y la alexitimia. MLS Psychology Research, 1(1).
Rice, S. M., Fallon, B. J., Aucote, H. M., & Möller-Leimkühler, A. M. (2013). Development and preliminary validation of the male depression risk scale: Furthering the assessment of depression in men. Journal of Affective Disorders, 151(3), 950-958. doi:10.1016/j.jad.2013.08.013
Rosado, M., García, F., Alfeo, J. & Rodríguez, J. (2015). El Suicidio Masculino: Una Cuestión de Género. Prisma Social, 13, 433-492.Retrieved from https://www.researchgate.net/publication/273120744/download
Tondo, L. (2014). Brief History of Suicide in Western Cultures. En S. H. Koslow, P. Ruiz & C. B. Nemeroff, a Concise Guide to Understanding Suicide: Epidemiology, Pathophysiology and Prevention (págs. 3-12). Cambridge: Cambridge University.
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