Para nadie es un secreto que las relaciones de pareja pueden ser muy complicadas y las rupturas muy dolorosas. El fracaso en las relaciones de pareja puede ocurrir por factores, variables y circunstancias abismalmente diversas. Hay quienes terminan su relación por tener puntos de vista irreconciliables, por infidelidad, por problemas con la familia del cónyuge, por problemas económicos, por problemas personales, por problemas interpersonales, por intolerancia respecto a alguna característica o comportamiento, o por razones más delicadas como el maltrato, el abuso y la violencia (de tipo físico, sexual, económico, de género, etc.). Cualquiera que sea el motivo -o los motivos acumulados-, el diagnóstico final cuando uno de los miembros cuenta la historia suele ser del tipo: “no funcionó”.
Hay varios problemas relacionados a este tipo de enunciaciones. El más sencillo es que la afirmación no contiene los motivos reales ni potenciales para el fracaso de la relación, y libera al individuo de la necesidad de conocerlos. Es decir, se demuestra conformidad con el hecho de desconocer las causas que pudieron prevenirse; o como tomar precauciones para relaciones futuras relevantes. De ello deriva un segundo problema y es que reconocer que la relación “simplemente no funcionó” desconoce el rol activo que tuvieron ambos miembros de la pareja, tanto en su inicio como en su término. Una de las razones generales para el fracaso de muchas relaciones es que los individuos que las conforman las toman como algo que les acontece, como algo que les sucede, y no como algo sobre lo que tienen un cierto grado de control y agencia. Siendo así si “funciona” o si “no funciona”, es porque probablemente “así debía ser”, “es para bien”, “vendrán cosas mejores”, “he tenido peores”, etcétera. Lo anterior, a su vez, perpetúa el rol pasivo en las relaciones.
Ocasionalmente se escucha de algunos relatos sobre relaciones fracasadas que los miembros de la pareja “lo intentaron todo” antes de la terminación, especialmente en matrimonios. Siendo que en un sentido estricto es imposible agotar todas las opciones que existen, la afirmación suele referirse a que uno o ambos llegaron a un punto de agotamiento sin retorno. Lo que esto significa es que probablemente se exploraron varios caminos sin salida que no abordaron las variables adecuadas, o lo hicieron de forma ineficiente.
Los diferentes protocolos de intervención en pareja tienen cierto grado de acuerdo en intervenir en la comunicación, la resolución de conflictos y de problemas. Sobre esta base se agregan abordajes en cuanto a la situación económica, sexual, histórica, social, familiar, etc. de la pareja; y respecto a la personalidad de cada uno de los miembros, su historia personal y familiar, entre otros factores. El énfasis en unos u otros depende de la evaluación que haga el profesional, en los casos en los que la pareja tiene la oportunidad de atravesar un proceso terapéutico o un entrenamiento diseñado exclusivamente para la pareja. No obstante, los procedimientos protocolizados y los formatos de grupo también muestran resultados satisfactorios.
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