“A mí me educaron así y aquí estoy”. Cada vez son más las medidas que se toman en materia de políticas públicas contra el maltrato infantil y la violencia intrafamiliar. Los efectos negativos de los castigos físicos están muy bien documentados a estas alturas, y por eso se ha hecho necesario desarrollar políticas que los limiten en el mayor grado posible. Incremento en la agresión, conducta antisocial, lesiones físicas, problemas de salud mental1, entre otras, son las consecuencias a mediano y largo plazo del uso de castigos físicos en los niños. La aparente ausencia de estas consecuencias en adultos cuya educación estuvo basada en el castigo físico no excusa ni justifica su uso con sus propios hijos. Con relación a la afirmación anterior hay un par de puntos a considerar.

 

 

  1. Toda acción tiene consecuencias

Más allá de la física newtoniana, cada acción que realizamos tiene una consecuencia en el mundo, especialmente cuando dichas acciones recaen sobre otras personas (más aún si son niños). El mismo hecho de castigar a través de los golpes es un intento por brindar una consecuencia a un comportamiento indeseado. A su vez, ese castigo acarrea consecuencias inmediatas, como el miedo o la interrupción del comportamiento indeseado; y consecuencias demoradas, como el aumento de la conducta agresiva en otros contextos (e. g. en el colegio), la justificación de la violencia, el resentimiento, etc. Supongamos que este niño que recibía constantes castigos físicos llegó a la adultez “sin mayores inconvenientes” y construyó su propia familia, en donde aplica los mismos métodos con sus hijos que sus padres aplicaron con él. La prueba más evidente de una consecuencia a largo plazo es que esta persona, ahora adulta, no encuentra una forma alternativa de educar a sus hijos (y probablemente no le interesa buscarla). El castigo físico como causa de consecuencias posteriores negativas para el desarrollo de los niños se ha demostrado en numerosas investigaciones2.

 

 

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  1. …aunque usted no las note

El uso de castigos físicos suele estar acompañado de otro tipo de conductas indeseadas2 en los padres como la negligencia, el maltrato, el abuso físico y la falta de calidez parental3. La exposición crónica a fuentes de estrés como estas en la infancia produce cambios en estructuras y procesos cerebrales que no entraremos a explorar con detenimiento. Estos cambios suelen ser duraderos explican el hecho de que sean más susceptibles a la ansiedad y a la ira4. Es difícil establecer experimentalmente las consecuencias a largo plazo del castigo físico, sin embargo, pueden asociarse fácilmente con problemas de inflexibilidad o rigidez cognitiva (i.e. apegarse a patrones de comportamiento y pensamiento uniformes dando poco lugar al cambio o la duda) y ansiedad. Siendo así es fácil entender por qué la violencia intrafamiliar se transmite de generación en generación, muchas veces sin ser cuestionada.

Dicho lo anterior, la frase inicial (“A mí me educaron así y aquí estoy”) da cuenta de lo difícil que es para la persona quien la enuncia detectar las consecuencias negativas del uso del castigo físico, incluso en sí mismo. Es decir, el que usted haya sido educado de esa forma no quiere decir que no sea dañino a largo plazo, al contrario, probablemente es una causa para gran parte de sus problemas actuales (probablemente de ansiedad, rigidez, problemas familiares, entre otros).

1Smith, B. L. (abril de 2012). The case against spanking. Monitor on Psychology, p. 60, recuperado de http://www.apa.org/monitor/2012/04/spanking.aspx

2Gershoff, E. T., Goodman, G. S., Miller-Perrin, C. L., Holden, G. W., Jackson, Y., & Kazdin, A. E. (2018). The strength of the causal evidence against physical punishment of children and its implications for parents, psychologists, and policymakers. American Psychologist, 73(5), 626-638

3Cuartas, J. (2018). Physical punishment against the early childhood in Colombia: National and regional prevalence, sociodemographic gaps, and ten-year trends. Children and Youth Services Review, 93, 428-440.

4Gershoff, E. (2016). Should Parents’ Physical Punishment of Children Be Considered a Source of Toxic Stress That Affects Brain Development? Family Relations, 65, 151-162. Doi: 10.1111/fare.12177

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