En el transcurrir de nuestra vida hacemos frente a múltiples pérdidas, es claro indicar que no todas tienen el mismo significado ni interfieren de la misma manera en nuestro diario vivir, no obstante, toda pérdida con algún valor real o simbólico conlleva a un proceso de duelo para la persona afectada. Al referirnos a una pérdida no solo hablamos del fallecimiento de un ser querido, sino también, a las rupturas amorosas, a los bienes significativos, al trabajo y a la pérdida de cualquier vínculo de valor para nosotros. El dolor experimentado dependerá del significado de aquello que hemos perdido y de cómo esto afecte las áreas más relevantes de nuestra vida (Bastidas & Zambrano, 2019).

 

 

Cuando nos enfrentamos a un duelo experimentamos una afección multidimensional, no solo nos afectamos emocionalmente, sino que se presentan manifestaciones de todo tipo. Las manifestaciones más comunes podemos encontrarlas en cuatro áreas principales:

  1. Emocional: Se presentan múltiples emociones a lo largo del duelo, ej: tristeza, rabia, angustia, apatía, culpa, soledad, impotencia, abandono e insensibilidad tanto hacia sí mismo, como hacia el mundo a su alrededor.
  2. Fisiológica: Es habitual que durante el duelo se presenten diferentes sensaciones físicas como, falta de aire, palpitaciones, vacío en el estómago, presión en la garganta o pecho, sensibilidad ante los ruidos, debilidad, falta de energía y despersonalización.
  3. Procesos internos: la presencia de muchos pensamientos al tiempo, imágenes recurrentes, dificultades atencionales, de concentración y memoria, alucinaciones visuales o auditivas.
  4. Comportamental: Alteraciones en los hábitos de sueño y alimentación, aislamiento, llanto, comportamientos relacionados directamente con la pérdida (frecuentar lugares para el recuerdo, atesorar objetos, evitación de lugares, temas de conversación, entre otros).

(Cruz, Reyes & Corona,2017)

 




 

Hoyos (2015), define el duelo cómo “el conjunto de representaciones mentales y conductas vinculadas a la pérdida afectiva, cuyo objetivo es aceptar la realidad de la pérdida y adaptarse al nuevo entorno”, teniendo en cuenta esta definición, nos enfocamos en la percepción del duelo como un evento estresante pero normal a lo largo de la vida y durante los diferentes ciclos vitales (Hoyos, 2015).

Es común que las personas afectadas por el duelo sientan una estigmatización de su dolor, algunas de las formas en las que se puede perpetuar este estigma es por medio de muros de silencio (evitar hablar de la pérdida, el doliente no tiene un recurso de apoyo y desahogo), falta de interés por parte de las personas a su alrededor (la persona afectada no percibe interés sobre su bienestar o lo recibe de forma superficial) y por último, los consejos que no ayudan (el doliente recibe consejos de otras personas donde se ignora su proceso individual “es momento de que sigas adelante”, “ya no puedes seguir llorando todos los días”, entre otros). Como mencionamos anteriormente, los procesos de duelo se pueden presentar en diferentes momentos a lo largo de nuestra vida, no obstante, el pedir apoyo durante el proceso no debe causar vergüenza ni ser estigmatizado, es un recurso de acompañamiento para la persona afectada (Cruz, Reyes & Corona,2017).

 

 

Por otro lado, hay procesos de duelo “complicado” denominados de esta forma debido a que la persona afectada se encuentra sumida en un dolor intenso y persistente, adicional, las diferentes áreas de su vida se afectan por este dolor y mantienen comportamientos de evitación constante. Las personas que experimentan un duelo complicado presentan dificultades para adaptarse a su día a día y las emociones que se puedan presentar, el recordar la pérdida genera dolor y angustia afectando de forma significativa sus áreas de vida (personal, social, familiar, laboral, ocio, etc.) e impidiendo que pueda retomarlas debido a la presencia constante de pensamientos repetitivos y emociones de malestar (Bastidas & Zambrano, 2019) (Cruz, Reyes & Corona,2017).

 

 

El duelo es un proceso normal de adaptación ante las pérdidas experimentadas a lo largo de la vida, permite que la persona logre ajustarse y enfrentarse a esta nueva situación por medio de diferentes mecanismos para afrontar el dolor generado. Es importante resaltar que cada duelo es único y la persona lo vive desde los recursos personales, sociales y contextuales con los que cuenta. Por esto, se debe tener presente no estigmatizar ningún proceso de duelo y buscar la ayuda necesaria si la persona afectada considera que necesita un apoyo profesional para su proceso de reajuste y afrontamiento.

Referencias

Bastidas, C. & Zambrano, R. (2019) El duelo familiar y el desarrollo emocional en los estudiantes. Revista KOINONIA, 5 (9), Pág. 125-143.

Cruz, J., Reyes, M. & Corona, Z. (2017) Tratamiento basado en la terapia de aceptación y compromiso (ACT). Manual Moderno.

Hoyos, M. (2015) ¿Entendemos los adultos el duelo de los niños? ACTA PEDIÁTRICA, 73(2), 28.

 

 

 

María Camila Rodríguez – Psicologa Clínica  – Psicologa.co – Especialistas en Salud Mental

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