La pérdida de un ser querido (familiar, amigo, pareja), supone una de las experiencias más traumáticas para el individuo. La muerte al igual que muchos conceptos existenciales, generan una crisis o quiebre en la normalidad de la persona y esta reaccionará adaptativamente a este trauma, a través de lo que se conoce como Duelo.
Los duelos que afrontamos diariamente pueden deberse a cambios o interrupciones abruptas en nuestra rutina o tradiciones, por ejemplo, situaciones tales como: la pérdida de un bebé, un trabajo en el cual nos desempeñamos por varios años, la ruptura de una amistad, una separación, la pérdida de una casa, desencadenan estrés, confusión y otros síntomas que se revisarán a continuación. (Llácer et al., 2019)
El duelo, como una respuesta emocional adaptativa, debe cumplir una serie de etapas o fases, que, superadas exitosamente, llevan a la aceptación de la situación que inicialmente generó estrés, confusión, ira y otros síntomas. Un duelo transcurrido de forma no exitosa, o un duelo estancado, desencadena lo que se conoce como duelo patológico, que conlleva al sufrimiento del individuo y retrasa la aceptación de este. (García et al., 2018)
Entre más cercano haya sido el vínculo entre el individuo que sufre el duelo y el objeto de su pérdida (persona cercana, trabajo, casa), se vivirá con mayor intensidad las fases del duelo. La persona deberá adaptarse a este nuevo ambiente donde no se encuentra su objeto de duelo, así también deberá reubicar y acomodar sus emociones y pensamientos para seguir con su vida normal. (García et al., 2018)
Algunas personas experimentan síntomas de duelo como: ansiedad, temores nocturnos, sueños constantes con la muerte, con la persona o el objeto de duelo, pérdida de peso, inapetencia, sensación de vacío y de desesperanza, ansiedad y episodios depresivos, entre otros síntomas (Llácer et al., 2019). Es por eso por lo que es vital acompañar este proceso de un terapeuta o profesional en Psicología Clínica que pueda de forma objetiva acompañar al sujeto a encontrar el sentido a su duelo y ayudarlo a elaborar las estrategias que dentro de su duelo lo encaminen a la aceptación de la pérdida. (Arana & Rojas, 2018)
El individuo atraviesa por diferentes etapas, que no siempre siguen un orden, a lo largo del proceso de duelo: Empezando por la negación de la situación de pérdida que genera dolor profundo en la persona, posterior aparece el enfado o ira, que, junto a la negación, conduce a que la persona pueda mostrar o reaccionar de forma agresiva; prosiguiendo la negociación, en la que encomendamos a conductas mágicas (Dios, universo), la pérdida y cedemos el control de restaurar la situación. En este punto, cabe aclarar que las creencias durante este proceso serán un factor protector para el individuo y que deben ser respetadas ya que hacen parte de la perspectiva de este. (Mercado, de torres & Muriel, 2021)
La etapa siguiente a la negociación es el estado de depresión o profunda tristeza. En este punto, finalizando poco al poco el duelo, se experimentan las emociones más dolorosas, melancólicas, de culpa y nostalgia. Aparecen recuerdos que pueden afectar el estado anímico de la persona y conlleva finalmente a la última etapa, la aceptación. En esta etapa, a nivel cognitivo y emocional, el sujeto ha reubicado y acomodado la situación al nuevo entorno, la persona llega a un nivel más alto de entendimiento de sí mismo y del mundo que le rodea. (Mercado, de torres & Muriel, 2021)
Como se experimente este proceso doloroso, pero necesario, obedecerá a diversos factores, individuales y culturales. A pesar de ser un proceso individual, los grupos de apoyo que soporten y asistan al individuo: familia, amigos, trabajo, permitirán que este pueda aprender y experimentar sanamente su duelo (Arana & Rojas, 2018).
Es muy importante para el individuo desarrollar prácticas que vayan encaminadas al autocuidado de la salud física y mental, estas son de decisión libre y buscan evitar la enfermedad. (Evangelista, 2018). Las prácticas más evaluadas por los expertos consisten en no descuidar la higiene del sueño, la alimentación y el ejercicio. Se entiende que, durante estas etapas, la persona puede padecer de insomnio o inapetencia, sin embargo, independientemente de la situación y teniendo en cuenta la vulnerabilidad física y emocional que se padece, se debe seguir teniendo el hábito de procurar la higiene personal, alimentarse balanceadamente, hidratarse, hacer ejercicio regular y evitar comportamientos que generen adicción y dependencia como el consumo de alcohol, tabaco y alucinógenos, u otros tipos de sustancias psicoactivas. (Alarcón et al., 2020; Cáceres, 2020)
A nivel emocional, funcionan un conjunto de acciones que pueden ayudar al individuo a cuidarse en esta área, por ejemplo, la aceptación y entendimiento de los sentimientos que la pérdida genera, ya que es normal experimentar rabia, frustración, tristeza, entre otros y reconocer que estas emociones existen, permiten sentar el camino a la aceptación. Así como se reconocen estas emociones, también es aconsejable expresarlas para sentir mayor alivio, apoyándose de un grupo de apoyo, bien sea de familia, amigos o personas cercanas. (Cáceres, 2020)
Entre otras sugerencias que permiten ayudar al individuo, se encuentra el abrazar la soledad como parte del proceso, sin necesidad de aislarse. En este período, la persona puede realizar actividades como meditación o búsqueda de apoyo espiritual, en el que la persona elabora su duelo y expresa sus emociones en privado. Así mismo, las personas alrededor deben ser conscientes que el individuo necesita este espacio, y respetar esta decisión. Por esto, también es aconsejable que la persona que sufre el duelo establezca límites respecto a llamadas o intentos de comunicación de sus amigos o personas cercanas, puesto que este tipo de situaciones pueden sobrecargarle y hacer más angustiante el momento difícil por el que está pasando. (Cáceres, 2020)
En conclusión, con todo lo relacionado anteriormente, no se puede afirmar que la culminación de un duelo supondrá el olvido del objeto de la pérdida, por esto, no se puede afirmar que hay una fecha o un periodo en el que deja de doler esta situación; sin embargo, abrazar cada fase de este proceso con entendimiento y apertura, permitirá que el recuerdo se viva con serenidad y estabilidad emocional de la situación.
REFERENCIAS
Alarcón, E., Cabrera, C., García, N., Montejo, M., Plaza, G., Prieto, P., & Vega, N. (2020). Guía para las personas que sufren una pérdida en tiempos del coronavirus. Recuperado de http://www.ipirduelo.com/wp-content/ uploads/GUI%CC%81A-DUELO-COVID19-2020.pdf
Arana, F., & Rojas, C. (2018). Apoyo social y fases psicológicas de duelo que atraviesa el paciente en tratamiento de hemodiálisis en tres clínicas de Trujillo.
Cáceres, R. (2020) Qué hacer en caso de pérdidas -FUNDASIL San Salvador, El Salvador.
García, A., Rodríguez, M., Brito, P., Fernández, D., Martínez, C., & Marrero, C. (2021). Duelo adaptativo, no adaptativo y continuidad de vínculos. Ene, 15(1).
Llácer, L., Campos, M., Martín, P., & Marín, M. (2019). Modelos psicológicos del duelo: una revisión teórica. Calidad de vida y salud, 12(1).
Mercado, N., de Torres, P., & Muriel, A. (2021). Importancia del profesional de enfermería en las etapas del duelo. Paraninfo Digital, e33002d-e33002d.
Laura Suarez – Psicologa.co – Especialistas en Salud Mental
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