El estatus social, junto a dimensiones como la educación, la ocupación, el nivel de ingresos y, en menor grado, el lugar de residencia determinan la capacidad económica objetiva o estado financiero real del individuo. Sin embargo la relación entre la actitud hacia el crédito, el nivel educativo del cabeza de familia, el balance de deuda de la unidad familiar y en general el estado financiero subjetivo o percibido tiene peso en las expectativas de estilo de vida más que el estrato social de procedencia.

Por lo anterior, por ejemplo, individuos con bajos ingresos y elevadas expectativas en su estilo de vida, mantienen una alta tolerancia a las deudas y por lo tanto desarrollan hábitos de compra impulsivos.

Diversas investigaciones han demostrado que la mitad de las personas endeudadas durante el primer año seguían estando en el siguiente y, además, una diferencia esencial entre los deudores crónicos y los deudores temporales era la presencia de un compañero, de manera que las personas solteras que mantienen un domicilio solas tienden a la deuda crónica. Al mismo tiempo, se manifiesta que aunque variables económicas solas predicen la deuda de forma aceptable, factores psicológicos (en especial orientación al presente, autocontrol y actitudes hacia la deuda), mejoran la precisión en la predicción del endeudamiento.

Un aspecto central en el estudio de la conducta del consumidor ha sido su supuesta racionalidad. Un individuo se comporta racionalmente si se muestra sensible a las circunstancias que le rodean. Por otro lado, es posible referirnos a este concepto a la hora de describir el proceso por el cual una persona toma una decisión y, bajo esta óptica, el individuo será racional si logra entender las consecuencias que se deriven de su acción y selecciona aquel curso de acción cuyos resultados son más favorables. Los sujetos tienden a preferir resultados inmediatos en lugar de retrasar la gratificación, aunque ésta sea mayor a largo plazo. Lo anterior por lo tanto implica que, de no mediar otros factores como la socialización, los valores, o las actitudes, es más probable una conducta de gasto que una conducta de ahorro.

Algunos estudios han relacionado el número de tarjetas de crédito que un individuo posee con la cantidad de dinero gastada y el número de compras o con la compra de productos más caros. Así, se ha encontrado una relación directa y positiva entre la deuda y el uso de tarjetas de crédito. También se han realizado intentos por relacionar el endeudamiento con el nivel de ingresos; diversos estudios encontraron una mayor deuda en sujetos que hacían uso irracional de las tarjetas y que tenían un número superior de cuentas corrientes, y que paradójicamente poseían ingresos medios.

Otras evidencias empíricas sobre la cuestión han puesto de relieve que entre los principales usuarios del crédito se encuentran personas jóvenes, más educadas, con mayores ingresos, con una actitud más favorable hacia el préstamo, conscientes de las modas (aunque menos conscientes del precio), y más orientados al logro y al riesgo, que los no usuarios.

Durante el ciclo vital de la juventud, estos individuos, al emanciparse y constituir nuevas unidades sociales, van a tener que enfrentarse al reto que supone la puesta en práctica de todos los conocimientos sobre el manejo de los recursos financieros asimilados hasta esa etapa. Incorporan entonces la reflexión sobre variables económicas, sociales y políticas que operan en los procesos económicos, la valoracion ideológica de los cambios y políticas económicas y una visión mas amplia, realista y despersonalizada del papel del estado en las decisiones y procesos macroeconómicos.




En cuanto a las diferencias de género, en el caso de la mujer, la perspectiva machista se pregunta si ésta ha incorporado destrezas que le permitan acceder en igualdad de condiciones a la comprensión y acción en el mundo económico y se ha convertido en un nuevo factor de exclusión en sociedades donde la mujer cuenta con menos oportunidades de desarrollo profesional y personal. Con base en un estudio europeo que evaluó las diferencias en cuestiones relativas a la adicción al consumo, hábitos personales de compra y sobreendeudamiento en función del género, las mayores diferencias entre las respuestas de hombres y mujeres aparecieron en la atracción por los estímulos de compra (atracción por ver tiendas, mirar escaparates, pasar el tiempo en centros comerciales, etc.), que fue superior en las mujeres. Sin embargo, no se encontraron diferencias significativas entre hombres y mujeres adultos respecto a la compra impulsiva, ni en cuanto al autocontrol o el desajuste en el gasto. Tampoco fueron palpables las diferencias entre hombres y mujeres en otras respuestas relacionadas indirectamente con el comportamiento de compra (aceptación de valores consumistas, desconfianza hacia la publicidad, etc.).

La relación entre la conducta económica (conductas de gasto o ahorro), y el bienestar subjetivo (la satisfacción o el descontento asociados a una compra, experiencia que queda vinculada al aprendizaje, mediante juicios relativos entre lo invertido (valoración objetiva), y lo obtenido (valoración subjetiva)), las condiciones del medio (las finanzas personales, incluyendo las fuentes de ingreso relacionadas con el empleo), la situación del mercado y el nivel de recesión o de expansión económica, las políticas económicas de los gobiernos, la inseguridad ciudadana o la situación de las relaciones internacionales, las expectativas de los consumidores sobre oscilaciones en los precios, ideas sobre la posición social de los grupos de referencia, entre otras impresiones, entran en juego con factores personales como los valores, las aspiraciones, los estilos cognitivos y actitudes, así como variables sociodemográficas como la edad, la profesión, la composición familiar, etc., a la hora de tomar la decisión de endeudarse o no.

La utilización de los mecanismos de crédito como medio de acceso a los bienes no ha de estar reñida necesariamente con la racionalidad de la conducta de consumo. El uso prudente de los propios recursos financieros, reconociendo al mismo tiempo la utilidad del crédito e incluso haciendo uso del mismo, en tanto vivimos inmersos en una sociedad moderna de consumo y en general el uso racional del dinero, también puede no reñir con la búsqueda de vías rápidas y controladas que permitan la satisfacción de necesidades de consumo, lo que conduce a una justificación del uso del crédito como una práctica cultural validada. En efecto, un amplio porcentaje de los jóvenes adultos de estrato socioeconómico medio y alto del país posee tarjetas de crédito y su uso no impone, en la mayor parte de los casos, una actitud instintiva e irreflexiva.

En resumen, los ingresos del grupo familiar y el estado de endeudamiento se relacionan con la percepción que estos individuos poseen acerca de su situación financiera. Sin embargo, esas percepciones no parecen ser determinantes en los hábitos de consumo, pues éstos vienen definidos tanto por el nivel de ingresos como por otros factores personales de naturaleza psicológica, entre los que se encuentra la actitud hacia el endeudamiento. En cualquier caso, el estilo de consumo responsable suscita la satisfacción de los individuos con su conducta, y este bienestar subjetivo contribuye a que las percepciones sobre la situa- ción económica objetiva sean más favorables.

El uso del crédito puede cohabitar con patrones de consumo responsable permitiendo amortiguar las dificultades ligadas al contexto socioeconómico general.

A continuación encontrarás una serie de recomendaciones que puedes llevar a cabo para mejorar hábitos y conductas de consumo responsable:

  1. Adquirir habilidades para el consumo y el desarrollo de conductas eficaces (conductas como inversión, el ahorro o el préstamo)
  2. Hacer una lista de los productos y servicios que siempre necesitas comprar y de los gastos que generalmente realizas
  3. Seleccionar productos según su calidad
  4. Para distribuir el dinero, ordena los productos según su importancia antes de comprar
  5. Selecciona los productos según su precio
  6. Compara precios entre distintas marcas
  7. Compara precios en distintos locales de venta
  8. Lee las etiquetas de los productos
  9. Mira el peso neto
  10. Asegúrate de que los electrodomésticos que adquieres cuenten con servicio técnico en la ciudad
  11. Pregunta por el tiempo de garantía de los productos
  12. Resuelve tus dudas al vendedor antes de comprar
  13. No compres en el comercio ambulante, ya que de esta forma podrás salvaguardar la posibilidad de reclamo ante productos defectuosos
  14. Planifica tus compras con antelación
  15. Si compras ropa, lee la etiqueta para saber las características y cuidado que requiere
  16. No gastes más de lo que deberías
  17. Examina detalladamente los productos que compras
  18. Compra a crédito
  19. Si solicitas crédito, pregunta por las tasas de interés y el incremento del precio final
  20. Si compras a crédito, compara las tasas de interés en distintos locales comerciales
  21. Compara tus ingresos. Revisa tu fuente de financiación y haz un comparativo entre lo que puedes gastar y lo que te podrá generar endeudamientos
  22. No incurras en el endeudamiento para salir del endeudamiento. Endeudarse doblemente o triplemente sólo te alejará más de tu meta
  23. Busca nuevas fuentes de financiación.Si tus problemas económicos continúan y no es posible disminuir tu gasto, busca una nueva fuente secundaria de ingresos que te ayude a equilibrar dicha balanza

Los juicios de comparación social y su peso en la determinación de las vivencias subjetivas del individuo en el ámbito económico determinan la impulsividad a la hora de comprar por comprar. No te compares con los demás pues cada quien tiene ingresos diferentes, necesidades diferentes y capacidad de endeudamiento diferente. No te limites pero sé responsable con tus adquisiciones y piensa siempre si en verdad lo que estás adquiriendo lo necesitas, servirá para tu futuro, la relación calidad-precio y si puedes asumir el crédito y los intereses a largo plazo, siempre teniendo presente que tus gastos no sean mayores a lo que puedes pagar.

 

Referencias

Forbes Staff (Noviembre 7, 2014). 5 tips para evitar la depresión financiera. Forbes México. Recuperado de https://www.forbes.com.mx/5-tips-para-evitar-la-depresion-financiera/

Ortega, V. y Rodríguez-Vargas, J.C. (2005). Consumo y deuda en adultos jóvenes: evaluación desde un modelo integrador de la conducta económica. Revista Latinoamericana de Psicología, 37 (1): 95 – 118.

Webley, P. y Nyhus, E. (2001). Life-cycle and dispositional routes into problem debt. British Joumal of Psychology, 92: 423 – 446.

 

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