A través de los años los seres humanos hemos ido desarrollando estrategias para aliviar de alguna manera el malestar emocional, algunas veces damos con estrategias saludables con nosotros mismos, que nos funcionan y que se adaptan a nuestra forma de vida y de relacionarnos con los otros. Sin embargo, hay estrategias que aunque ayudan con nuestro malestar emocional, cuando se vuelven constantes y repetitivas pueden afectarnos en otras esferas de nuestra vida; como lo es el caso de las compras, si bien es un comportamiento muchas veces necesario (cuando compramos canasta familiar) o compensatorio (regalos, celebrarnos algo, fechas especiales) a veces, se vuelve riesgoso (compras compulsivas) dado que no podemos controlarlo, y comienza a repercutir en economía, relaciones familiares, relaciones personales, etc.

Las compras compulsivas se atribuyen a diferentes factores considerados en la salud mental, implicado factores biológicos, psicológicos y sociales en términos del cerebro se relaciona con trastornos como el Trastorno Compulsivo Obsesivo (TOC) y en términos clínicos se relaciona con dificultad para regular y gestionar emociones definiéndolo, así como impulsividad asociada a dificultades con características ansiosas.

Las compras compulsivas son un comportamiento que se da en todo el mundo, según datos encontrados se evidencia que el 5,8% de la población general en Estados Unidos realiza compras compulsivas, de un 6,9%. En la población alemana al igual que en la población española, un 7,1% en la población gallega y en Colombia esta cifra se encuentra alrededor del 6% de la población. Por lo general, se ha encontrado que la población que mayor tendencia tiene a tener compra compulsiva esta entre los 17 años a los 35.

Entonces clarifiquemos, comprar es una conducta innata del ser humano y que juega un rol social y cultural, especialmente desde que el dinero se presentó como medio transaccional, es decir hace miles de años, comprar es una acción rutinaria, desde las compras para el desayuno, como compras grandes en un centro comercial. Así bien, se debe entender que hay compras que se hacen porque se requieren (son una necesidad), como compras que se hacen por placer. De hecho, para muchas personas lo importante no es lo que se adquiera, sino el simple acto de “ir de compras” como actividad de ocio.

¿Pero, entonces cuando comienza esto a ser problemático? Cuando la compra es desmedida y se carece de control sobre el acto de ir de compras, es una dificultad que se enmarca en los trastornos del control de los impulsos y comparte características con otras conductas adictivas como la ludopatía o la cleptomanía. De hecho, el sentimiento de euforia que produce el momento de comprar es similar al que se da cuando una persona que consume sustancias psicoactivas sacia su “necesidad” al consumir la dosis o cuando un ludópata consigue el dinero para ir a apostar.

Estas son algunas de las características mas notables en una persona con dificultad en compras compulsivas:

  • La persona tiene un deseo intenso por comprar
  • Tiene emociones intensas mientras realiza la compra
  • Siente satisfacción y alivio tras haber comprado
  • La persona compra bienes que no necesita, compra por comprar
  • Pasado un tiempo de la compra, aquello que ha comprado ya no le interesa
  • No es capaz de controlar su conducta adictiva
  • Tiene sentimiento de culpa y se arrepiente después de comprar.

Y que lleva a una persona a aferrarse a este tipo de comportamiento, las causas que llevan a una persona a convertirse en compradora compulsiva son variadas y algunas veces difíciles para quien lo está viviendo. Por un lado, nos encontramos en una sociedad consumista, en la que tener determinados objetos y seguir productos en tendencias proporciona determinado estatus. Adicionalmente sumémosle que cada vez es más sencillo realizar cualquier tipo de compra, reduciéndolo a un clic, desde la comodidad de casa.

Sin embargo, una sociedad consumista por sí misma no nos convierte en compradores compulsivos, sino que hay determinados factores que influyen:

 

  • Padecer otras dificultades emocionales o comportamentales nos hacen más vulnerables a desarrollar esta conducta, como ansiedad, alternaciones del estado de ánimo, depresión, trastornos obsesivos compulsivos, de la alimentación u otro tipo de adicciones.
  • El estréstambién predispone a padecer con de esta dificultad, pues el individuo consigue evadirse temporalmente de sus problemas y conseguir placer a través de las compras.
  • Baja autoestima. Las personas con una baja autoestima son más propensas a sucumbir a la presión social y a buscar la aceptación social adquiriendo objetos de valor, yendo a la moda, etc. intentando proyectar una imagen determinada.
  • Sentimientos de soledad o vacío personal.Las personas que se sientes solas, vacías, etc. buscan llenar el hueco interno que padecen con el placer momentáneo que les producen las compras.
  • Obsesión por la apariencia física y la moda.
  • Cubrir carencias afectivas o vacíos internos. Comprando una persona puede sentir que controla este aspecto de su vida y así se distrae de los asuntos que le preocupan y que le produce malestar en su vida.
  • Educación carente de límites. Las personas que han crecido en situaciones en las que sus caprichos se atendían de forma inmediata pueden interiorizar el pensamiento que los deseos no se posponen.

Tengamos en cuenta que este comportamiento resulta ser una vía de escape para la persona que siente el malestar emocional que no sabe como gestionar, es una ruta de fácil exceso y de salida momentánea a sus problemas, en ese justo momento no se piensa ni en las preocupaciones ni en los problemas que se estén viviendo.

Pero acá viene la buena noticia, esa es un comportamiento que se puede aprender a regular, a través del propio entendimiento emocional. Para ello se pueden desarrollar diferentes estrategias que ayuden a la persona con este tipo de dificultades, como, por ejemplo: estrategias de autocontrol para reducir las conductas desadaptativas, con el fin de reducir la ansiedad y el malestar. Encontrar actividades que puedan cumplir con un propósito similar y que se adapten de una manera más cómoda de lo que quieres lograr. Por otro lado, también general un control de estímulos, es decir si sabemos que la probabilidad de compra aumenta si nos dirigimos a un centro comercial o si estamos en determinado sitio web navegando, debemos comenzar a reducir nuestra interacción con características que aumenten nuestra probabilidad de compra. También podemos acudir a lo que es valioso para nosotros, como nuestros valores, y desde ahí comprometernos para reducir los momentos de compra. Finalmente, si no se logra por si mismo, es importante considerar asistir a un profesional en salud mental.

Marcela Vargas – Psicologa.co – Especialistas en Salud Mental

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