A lo largo de la vida se presentan situaciones que han tenido un resultado desafortunado y/o inesperado a pesar de generar un esfuerzo considerable para obtener un buen desenlace, lo cual llega a causar en nosotros sensación de frustración y desilusión. Ante esto, quizás lo primero que se nos venga a la mente sean experiencias relacionadas a nuestras relaciones sociales, situaciones de trabajo o de crecimiento personal sobre las cuales hemos puesto una meta o una expectativa que no pudo ser alcanzada. Ahora bien, ¿qué ocurre en ti cuando consideras que has fracasado? ¿qué sensaciones, emociones o pensamientos te invaden? Si tu respuesta es que empiezas a reprochar la energía que invertiste o a criticar fuertemente tus capacidades y habilidades, es importante reconocer con naturalidad que el fracaso hace parte de la vida y que esto, te brinda la oportunidad de replantear las expectativas sobre la situación y los métodos que has estado utilizando para conseguir un resultado más cercano a lo que deseas.
Recordemos que muchas cosas de las que nos ocurren ahora, son producto de nuestra historia de vida, de nuestro estilo de crianza y es que por mucho tiempo se nos ha enseñado que: “puedes hacer todo lo que te propongas” o que lo que importa, es el resultado, pero la verdad es que, no podemos tener el control sobre lo que no depende de nosotros, como la respuesta de la persona que te gusta correspondiéndote o una pandemia que imposibilita el hecho de abrir un establecimiento para iniciar tu emprendimiento. Realmente, el valor de las cosas se encuentra en el proceso, en cómo te disfrutas el camino para conseguir lo anhelado dando realmente sentido a la experiencia.
Fracasaste y seguirás fracasando en algunas cosas, tendrás relaciones que no funcionarán y obtendrás un no como respuesta ante una petición. En especial cuando eres más joven, pues se tiene menos experiencia y conocimiento sobre algunas cosas, pero no es perjudicial, siempre vas a tener otra oportunidad, y depende de ti verlo de este modo. En varias ocasiones, cuando ocurren cosas malas, más adelante estas pueden tener consecuencias positivas, cosas por las que ahora puedes estar agradecido; por ejemplo, el hecho de haber sido rechazado en un puesto de trabajo, pero posteriormente haber sido seleccionado en otro lugar donde el salario era mejor. Ante esto, te invito a identificar una experiencia de tu vida que inicialmente fue desagradable, desalentadora y no deseada que condujo a acontecimientos positivos.
A pesar de que a nuestro cerebro le es difícil procesar el fracaso te recomiendo ver la situación respondiéndote a las siguientes preguntas: ¿Qué he aprendido de esta experiencia? ¿Qué sigo haciendo que no me permite avanzar? ¿Cómo he crecido? ¿Qué puedo agradecer de la situación?
Finalmente, es importante aprender a gestionar tus emociones más intensas como la ira y la ansiedad que pueden presentarse, al mismo tiempo que lo haces con pensamientos intrusivos que pueden jugar en contra y llegar a malinterpretar la realidad de forma que te causan o mantienen las dificultades.
Laura Mora – Psicologa.co – Especialistas en Salud Mental
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