Estudios epidemiológicos relevan que los trastornos de ansiedad son aquellos que con mayor frecuencia se presentan durante la niñez (Girolamo, Dagani, Purcell, Cocchi & McGorry, 2012). Así mismo, estudios similares indican que un 75 por ciento de los desordenes de ansiedad se originan durante la niñez, a menudo, convirtiéndose en trastornos crónicos que pueden tener un alto impacto sobre diferentes ámbitos de la vida de una persona (por ejemplo, ámbito social, educativo, familiar y de salud) (Griffiths & Fazel, 2016). Algunos de los factores relevantes para reducir el impacto de los trastornos de ansiedad son el reconocimiento y tratamiento temprano de los mismos (Girolamo et al.,2012; Griffiths & Fazel, 2016).

Ahora bien, ¿Qué factores podemos tener en cuenta a la hora de detectar síntomas de ansiedad en la niñez, y así poder buscar la ayuda profesional adecuada? En un primer lugar, debemos tener en mente que en algunos casos los síntomas podrán ser fácilmente detectados, contrario a otros casos en donde los síntomas pueden enmascararse. Por ejemplo, existen situaciones en donde tanto los niños como sus cuidadores no siempre conectarán ciertas manifestaciones con los síntomas propios de la ansiedad (Griffiths & Fazel, 2016). Un caso puntual puede presentarse cuando los niños experimentan nauseas, o dolor de estómago como resultado de estar cerca a exponerse a una situación que les genera miedo extremo. En estos casos, los niños pueden verbalizar su malestar físico, pero no entender que está asociado a un temor que tienen.

 

 

En un segundo lugar, los síntomas de ansiedad podrán variar de acuerdo a la etapa de desarrollo en la que se encuentre el niño. Los niños más pequeños a quienes todavía se les dificulta expresar de manera verbal su ansiedad, podrán presentar comportamientos propios de una etapa de desarrollo anterior. Por ejemplo, pidiendo ayuda al vestirse o para ir al baño cuando ya lo hacían solos. Así mismo, los niños/as podrán manifestar una mayor dependencia emocional, requiriendo más atención por parte de los adultos o pidiéndole a sus cuidadores que estén constantemente a su lado. En adición, los niños también podrán presentar un incremento de síntomas físicos como dolores de cabeza o de estómago (Griffiths & Fazel, 2016).

En el caso de los niños más grandes a pesar que ya pueden expresar sus preocupaciones o verbalizar acerca de los síntomas, pueden guardar silencio como resultado del estigma social que gira alrededor de tener ansiedad. Así mismo, durante este período es importante prestar atención a cómo los niños/as pueden estar reaccionando o viéndose afectados frente a estresores como la presión social, responsabilidades académicas, o el matoneo (Griffiths & Fazel, 2016).

 

 

 

Adicionalmente, para determinar el nivel de impacto que ha tenido la ansiedad sobre la vida del niño/a pueden tenerse en cuenta factores como: el período de tiempo en el que el niño ha manifestado tener preocupaciones, y si es fácil o no distraerse de ellas, la frecuencia en la que las preocupaciones intervienen en actividades que el niño/a suele disfrutar, los cambios que se han presentado a nivel fisiológico (por ejemplo, sudoración en exceso, incremento en la frecuencia cardíaca, temblor, tics, enrojecimiento en la cara), y/o la frecuencia con la que el niño/a siente que no puede hacer cosas o evita hacerlas (Griffiths & Fazel, 2016) Finalmente, al tener presente los factores mencionados con anterioridad, los cuidadores podrán realizar una mejor lectura y reconocimiento de los síntomas de ansiedad, y de esta manera acudir a una ayuda profesional pronta y oportuna.

Referencias

Girolamo,G., Dagani, J., Purcell,R., Cocchi, A. & McGorry, P.D (2012). Age of onset of mental disorders and use of mental health services: needs, opportunities, and obstacles. Epidemiology and Psychiatric Sciences. 21, pp. 47-57.

 

Griffiths, H. & Fazel,M. (2016). Early intervention crucial in anxiety disorders in children. The practitioner. 260(1794), pp. 17-20.

 

 

 

 

Irene Abondano – Psicologa Clínica  – Psicologa.co – Especialistas en Salud Mental

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