La Generación millenial (1980- 2000) ha llegado acompañada de la evolución de la tecnología, haciendo que las relaciones interpersonales sean más inmediatas, cambiando estereotipos y flexibilizando las reglas sobre la amistad y el amor, este fenómeno es normal y se da en la transición hacia generaciones más modernas (Fernández, 2004). Sin embargo, hemos evidenciado que, aunque los adultos jóvenes buscan estabilidad en su vida amorosa, generar relaciones duraderas y de compromiso similares a las de sus padres y abuelos puede llegar a ser un reto.
En estos modelos de pareja de generaciones anteriores se evidencia comportamientos que mantenían estereotipos de género como la mujer de la casa, el hombre trabaja y los niños se crían en ambientes maternos, encontrando además reglas sobre cómo debería ser la relación y límites difusos que daban pie a noviazgos y matrimonios que normalizaban violencias y dinámicas poco sanas, sabemos que las expectativas de los jóvenes para conformar pareja están en gran medida influenciada por sus experiencias de identificación con sus familias de origen (Estrada, 2010). Guiados por sus vivencias los millenial se ha enfocado en la no repetición de estas dinámicas.
¿Cuáles han sido las ventajas?
La consciencia de las muestras de cariño logrando diferenciar aquellas acciones que no evidencian la representación del amor como lo pueden ser el control, los celos, el maltrato físico, verbal o psicológico. Así, bajo la lógica de ser una buena pareja se ha construido todo un movimiento en pro del amor propio, el establecimiento de límites, desarrollarse como persona para poder brindar aquello que quieres recibir en pareja y el equilibrio personal e intrapersonal entre los amigos, el trabajo, su profesión, su familia, etcétera.
Suena a que cada vez nos acercamos más a un amor sano ¿verdad?, entonces porqué a pesar de estos cambios y habilidades, le cuesta a los millenial mantener relaciones a largo plazo?, hay dos factores que contribuyen en la duración de una pareja: la capacidad de vulnerabilidad y el compromiso (Arriaga & Agnew, 2001), por ejemplo, cuando hemos discutido con nuestra pareja, pero nos sentimos muy heridos por aquello que dijo durante la pelea y le hacemos saber aquello que duele por una experiencia del pasado, nos hemos dado la oportunidad de mostrarnos vulnerables contribuyendo así a la conexión emocional con nuestra pareja, sin embargo, cuando vivimos esclavizados por el ego y la mente podemos llegar a considerar que mostrarnos vulnerables trasgrede los límites que hemos establecido.
Ahora bien, siguiendo el ejemplo sabemos que parte de la relación se basa en la comunicación, en cambio, establecer la expresión de las emociones y comunicar una inconformidad siempre vendrá acompañada de una sensación de malestar ya sea por la confrontación, temor a la respuesta del otro o el apego a reglas sobre “no voy a dejarme” “si me muestro vulnerable seré quien ceda siempre”, etc. y nos comprometemos más con evitar el malestar que con formar una relación a largo plazo. El compromiso guiado hacía la evitación nos lleva a ser intolerantes al malestar, la frustración y la incertidumbre, posicionándonos en extremos entre ceder siempre o no ceder nunca, lograr el equilibrio entre estos dos extremos nos ayudará a comprometernos con construir una relación de pareja y poder mostrarnos vulnerables cuando esto nos acerque al amor con el que soñamos. ¿Cómo lograr ese equilibrio? Antes de hacer o decir cualquier cosa hazte la pregunta ¿Esto qué haré lo hago comprometido con evitar un malestar momentáneo o lo hago comprometido con acercarme a una relación valiosa?
Estrada, P. (2010). Relaciones familiares actuales y aspiraciones frente a la construcción de familia en los jóvenes de Medellín. Revista Facultad de Trabajo Social, UPB, 26 (26), pp. 15-33. Recuperado de: http://revistas.upb.edu.co/index.php/ trabajosocial/article/view/746/671
Fernández, I. (2004). Acercamiento a la compresión de la realidad plural de las parejas. En E. Dulanto (2004). La familia: Un espacio de encuentro y crecimiento para todos. México, D. F.: ETM. Fromm, E. (s. f.) El arte de amar. Bogotá, D. C.: Skla
Arriaga, X. B. & Agnew, C. R. (2001). Being Committed: Aff ective, Cognitive, and Conative Components of Relationship Commitment. Personality and Social Psychology Bulletin, 27, 1190-1203.
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